La noche había llegado al fin. No me gustaba nada el estrés circundante de los de primer año y de todo aquel que se entusiasmara por el inicio de nuevos cursos, amistades, etc. Prefería más las mitades de año, donde la gente llegaba tarde a las clases y dejaba sus tareas para el último momento, eso se definía más conmigo y conseguía integrarme más en el ambiente. Escuchaba como mis compañeros se sentían irritados con la tormenta, decían que arruinaba el día. El hecho de que se pusiera a llover a media tarde había impedido que muchos estudiantes salieran en sus descansos a reconocer el terreno, y más por los de primero. No se daban cuenta de lo gratificante que era la lluvia en aquel lugar junto a la nieve.
De hecho, en las últimas clases apenas atendí. Prefería escuchar el suave golpeteo del viento contra los ventanales. La noche era más oscura con el cielo taciturno, y el contraste con los relámpagos era una clase de 'vida' que pocos podrían comprender. No solo era el sol, las plantas y su fotosíntesis; también era la noche, la temperatura, la musicalidad de la lluvia y sus miles de beneficios.
Comí demasiado esa noche, como siempre. Disfrutaba de los exquisitos manjares y comentaba el día mientras observaba mi alrededor. Los nuevos también llamaban mi curiosidad. Aún no había descubierto muchos tipos de persona, aunque lo sencillo imperaba en mi entorno. Quizás fuera el campo que yo había escogido, aunque nunca se me había dado demasiado bien destacar en otras cosas que no estuvieran relacionadas con mi físico o con mi humor. Me metía en problemas, sí, pero reconocerme por ello no era mi estilo.
Me había despedido de mis compañeros y me había vestido la túnica gruesa cuando me dispuse a hacer una ronda nocturna. Tenía ganas de algo diferente mientras disfrutaba de la tormenta que azotaba los cielos. Mi mayor temor eran las alturas. Y quería luchar contra eso, aunque de forma segura. No solía recurrir a las torres del Nexus, puesto que eran bastante altas. Esto quizás explique el porqué Astronomía era la materia que peor se me daba y la que más me costaba aprobar.
La Torre Elíptica era algo más baja y mucho más ancha. En sus pasadizos podría llegar a sentirme más cómodo. Ya había dejado atrás a la muchedumbre tras voltear varias esquinas, y mis pies se dedicaban a subir escaleras. Me atreví con un piso más, y otro, y quizás otro, ya no lo sé muy bien. Evité mirar a las afueras. Prefería observar la decoración interior.
Vi como una figura descendía del piso inferior al final del pasillo, no muy lejos de mí. Me extrañó, era verdad que yo no solía pasear por esa Torre, pero no pensaba que otros sí lo hicieran. El entorno era bastante lúgubre ya de por sí como para querer aventurarse en una noche donde el retumbar de los truenos y los flashes hacían de las estatuas algo muy tenebroso. Solo me vino una cosa a la cabeza, la cual pronuncié en voz alta. "Hey, ¿te has perdido? No deberías estar por aquí."